¡Hoy os traigo el capítulo 12!
Este capitulo tampoco es de los más largos pero quería cortarlo aquí para no demorarme mucho tiempo escribiendo el siguiente y poderlo publicar cuanto antes. Había escrito una página más pero prefiero guardarla para el siguiente y modificarla un poco, así además ya tengo una pequeña parte del 13 escrito.
De nuevo, os copio lo que dije en el capitulo anterior. Os sigo invitando a participar enviando vuestra portada para el PDF de LJDH continúan, y como siempre, daros las gracias por vuestros 'likes' en facebook, los seguidores de twitter, y los votos en wattpad. Y recordad que os encontraré si tuiteais con #LJDHcontinuan y otras muchas. ¡Ayúdanos a dar a conocer el blog! Toda ayuda es bienvenida.
Espero que disfrutéis mucho del capitulo e intentaré pensar en qué hacer para publicar más a menudo, ¡Os leo en los comentarios, correos y redes sociales con mucha ilusión! ¡Gracias por seguir por aquí! Que la suerte esté siempre de vuestra parte.
De repente siento hambre, suena irónico que lo diga pero me
agrada tener esa sensación. Hasta ahora lo único que he sentido ha sido dolor
desde que me rescataron. El concepto de dolor estaba empezando a cambiar en mi
mente. Los dolores nuevos los siento con intensidad, pero apuesto que un corte
ya me duele mínimamente, como si me hubiese acostumbrado. He intentado pensar
que el dolor es psicológico y centrarme en otra cosa para calmarlo, pero no
siempre funciona.
Mis tripas suenan exigiendo dejar de estar vacías. Siempre
he odiado ese sonido, sobre todo en público, hace que me sonroje débilmente. O,
al menos, eso creo. Siento que las orejas me empiezan a arder seguidas de los
pómulos, y por unos segundos quiero desaparecer. Suerte que estoy sola.
Soy consciente de que debería quedarme aquí pero estoy
aburrida y hambrienta. Además, no puede decirse que sea una chica a la que le
gusta estarse quieta, parada y sin hacer nada. Más bien, para bien o para mal,
soy todo lo contrario. Supongo que ya he reposado bastante, y si no es así
tendré que autoconvencerme de ello para no sentirme tan culpable. Estoy ansiosa
por salir de aquí.
Con cuidado saco las agujas que atraviesan mi piel hasta
llegar a la vena. No duele pero resulta algo molesto. Noto la tirantez de la
piel y un poco de presión en la zona de alrededor de la misma. Al sacarla
presiono con una gasa que había en una mesilla situada al lado de la camilla,
junto a otros muchos aparados que no sé para qué pueden servir. Presiono con
fuerza durante un rato, viendo como deja un punto de sangre en ella. Finalmente
la retiro con cuidado y observo que no siga saliendo sangre, tras comprobarlo,
dejo la gasa en la camilla. Me quito también los aparatos que están conectados
por todo mi cuerpo. Parece mentira que un circulo tan pequeño imponga tanto
respeto. Me hace sentir débil, enferma, vulnerable. El simple hecho de
llevarlos hace que me sienta desprotegida. Los retiro notando como se despegan
de mi piel, con cuidado los dejo a un lado de la camilla. Tocar este material me
hace pensar en qué hubiese hecho si no nos hubiesen secuestrado. En qué querría
ser en la vida, quizás enfermera o médico. Miro la gasa con un poco de sangre y
no me produce ninguna sensación. Mi madre en cambio odiaría tener que trabajar con estos materiales que a
mí me parecen incluso interesantes. O quizás no, me llaman demasiado la
atención los aerodeslizadores y las nuevas tecnologías que en los últimos años
han aparecido en el capitolio. Tal vez lo mío fuese algo de esas ramas, o tal
vez simplemente me dedicase a cazar con mi arco un par de ardillas hasta que
alguien decidiese por mí. Es ridículo pensarlo, porque ahora he cambiado,
aunque todo volviese a la normalidad no sabría qué hacer para volver yo a la
normalidad.
La camilla está fría como el hielo, lo sé porque a veces mi
piel roza sitios en los que no está cubierto el metal. Busco unas zapatillas porque
imaginar pisar el suelo descalza me produce un hormigueo y una sensación de frío molesto, aunque no es la misma sensación que produce el frío metal. Por
suerte, veo unas colocadas debajo de una silla. Me bajo de la camilla y noto el
frío en mis pies, justo como había pensado. Un escalofrío recorre mi cuerpo de
abajo arriba, noto como la piel se torna a algo que no sabría describir con
exactitud. Es una sensación molesta en la que en los muslos parecen clavarse o
salir de él minúsculos cristalitos. Desagradable , pero a la vez no.
Muevo los pies en el sitio para acostumbrarme, camino lento
y me agacho a por las zapatillas, al hacerlo un dolor intenso aparece en mi estómago.
Decido que lo mejor es sentarme unos segundos, antes de que uno de mis mareos aparezca
tornando mi visión en negro y haciéndome perder la poca fuerza que tengo. Me
las pongo con cuidado y noto que el calor vuelve a mis pies lentamente. Me
visto con una bata que encuentro posada en la misma silla, me miro en el reflejo
de uno de los armarios el cual supongo que contiene algunos de los medicamentos
que guardan en la habitación. No sé si parezco una enferma o una enfermera,
pero agradezco no sentir los brazos desnudos. Me recuerdan a las vías que tenía
antes, o peor, a la sangre que ha corrido por ellos en la Arena.
Abro la puerta de la extraña habitación en la que estoy
metida, he de decir que he perdido fuerza pues la puerta me pesa bastante. Al
cruzar la puerta siento que estoy en otro mundo. Los pasillos blancos y
luminosos contrastan con el triste gris de la habitación. Echo un último
vistazo antes de cruzar el umbral de la puerta y sigo mi camino.
Ha andado antes por pasillos de aerodeslizadores en viajes
hacia el Capitolio para algunas reuniones de mi madre, pero esta vez es
diferente. Parece que hayan pasado años desde que pisaba uno de dichos
pasillos, es como estar en otro sitio diferente, en otro tiempo. Nada ha
cambiado pero todo se ve distinto. Quizás lo que es distinto somos mi
perspectiva y yo, me siento extraña en un lugar que debería resultarme más
familiar y cercano que el sitio en el cual me encontraba hacía apenas unos días.
Aunque carezco de pleno conocimiento sobre la fecha a la que me encuentro,
quiero creer que no haya pasado más de una semana.
Camino lento y ayudándome de la pared. Mis piernas parecen
frágiles ante la acción de caminar. Tengo miedo a caerme y por ello prefiero
ser previsora. Recorro uno de los pasillos blanco en busca de algo o de alguien
pero parece no acabar nunca. Es como un laberinto. He seguido recto hacia la
izquierda, encontrándome con algunas puertas cerradas necesitando un fichero
para entrar. Después he girado a la derecha pensando que tal vez en esa
dirección me cruzaría con alguien, pero de nuevo nadie había aparecido. Pienso
en volver atrás pero no quiero enchufarme otra vez a las máquinas como si mi
vida hubiese acabado y tuviese que estar descansando todo el día. Así que
continuo andando, sin saber hacia dónde voy, girando por el primer sitio que me
parece cuando se terminan los pasillos rectos. Intento comprobar las puertas
pero ninguna se abre. Parece que esté sola en este aerodeslizador, en algún
momento ha de aparecer alguien. No creo que haya tan poca gente para no
encontrarme con nadie si ando durante un rato más.
-¿Amy? –al principio creo que me lo he imaginado, me cuesta
reaccionar pero es la voz de Finnick. Me giro inmediatamente y veo en el
pasillo rostros que reconozco enseguida, Colin, Haymitch,
Gale… Por fin he encontrado a gente, y no a cualquier persona, son rostros
familiares, cálidos, cercanos. Rostros que conozco perfectamente y que tiempo
atrás pensé que no volvería a ver nunca. Apoyada en la pared inicio el camino
hacia ellos, lentamente. Voy a decir algo pero la voy de Haymitch se adelanta, con un gesto de mano que parece
darme a entender que no diga ni una sola palabra.
- ¿Se puede saber qué haces de pie? ¡¿Qué haces por los
pasillos?! –sus gritos resuenan e incluso se llega a oír un leve eco, anonada
mi expresión facial debe ser una mezcla entre alegría, sorpresa y confusión,
aunque no se por cal de esos sentimientos apostaría más fuerte, no se me ocurre
otra cosa que intentar explicarme pero no me deja opción- ¡¿Acaso no sabes lo
grave que estas?! ¿Te has parado a pensar con esa cabeza que pareces tener de
adorno lo que te puede ocurrir si te mueves?
- Haymitch desperté
hace un rato, intenté no moverme y permanecí en la camilla el tiempo que pude, resistiéndome
a levantarme. Cuando pasaron unos minutos me encontraba mejor y solo quería
buscar a alguien. Tenía bastante hambre, la garganta seca, estaba sola con un
montón de preguntas atormentando mi cabeza así que pensé que…
- Lo siento, lo siento preciosa –me corta. Su tono es
tranquilo y cálido, a la disculpa le rodea una preocupación que no molesta en
ocultar. Finnick me observa sin moverse, como si estuviese viendo a un fantasma,
Haymitch viene y me da un abrazo, me sorprendo al ver una lágrima recorrer su
rostro. Una sonrisa débil se me escapa y él me da un beso en la frente intentando
aclarar lo que había ocurrido- perdóname, estaba tan preocupado. Sé que no
debería haberte gritado así pero ya conoces mi genio, no sabes lo que me alegra
tener a mi pequeña de vuelta aquí.
-Yo también me alegro de estar de vuelta Haymitch.
creo que deberías poner aun más dialogos de los personajes...
ResponderEliminarSigue así andy
Hola! Cuando vas a publicar el otro capitulo? Espero que pronto.
ResponderEliminarHola! Cuando vas a publicar el otro capitulo? Espero que pronto.
ResponderEliminar