Seguidores

viernes, 4 de enero de 2013

Relato 42


Hola tributos!
Hoy os traigo el capitulo 42!

¿Mi consejo? Disfrutad de él, he intentado que sea más largo como me pedisteis, puede que sea de los últimos tranquilos o el último… No quería decirlo pero vosotros mismos lo habéis descubierto y me lo habéis dicho en un comentario por lo que os doy la razón públicamente ;)

Sí bueno, básicamente es lo que tienen los capítulos de Enero. ¿Estabais impacientes? Nuevo Año, nuevas sorpresas, los siguientes os dejaran con ganas de matarme (o no, quien sabe) aunque espero que os gusten igualmente. Estoy planeando muchas cosas ahora, tengo ganas de escribirlas así que espero inspirarme un poco al menos...

¿Qué más deciros? Bueno, queda poco de vacaciones, esta historia se está extendiendo bastante y veo que eso os gusta así que seguiré escribiendo. Os avisaré con los exámenes como siempre aunque intentaré tener algo preparado de todas formas.  

Hemos crecido mucho, ni me había fijado en cuántos me leéis ya desde hace unos días y sois muchos más ahora. Espero que sigáis leyendo, que no os disgusten los capítulos y que sigáis disfrutando de la lectura todos.

Y mil gracias a todos por esos comentarios tan increíbles ;)

Besitos de parte de vuestra escritora

***


Me siento tranquila a esperar. Pasados diez minutos me he levantado varias veces, he colocado las provisiones, he limpiado mi arco y he contado las flechas en cuatro ocasiones, también he estirado el saco y me he asomado a la entrada un par de veces. Cualquiera diría que estoy nerviosa por algo, pero no. Inquieta es la palabra. Juego con mis dedos. Me fijo en que son como los de mi madre finos y largos,  nerviosa, entrelazándolos, apretando mis uñas fuerte contra mi piel, esperando que el daño se lleve mi nerviosismo. Pero no lo hace. Al final acabo sentada encima del saco con Gale y recordando historias de hace unos años. Me invento que hace poco hablé con nuestros padres y con Haymitch, le cuento que nos echan de menos, que tienen muchas ganas de que ganemos el Juego y que están deseando que volvamos a casa. También le digo que cuando volvamos Gale ha dicho que  le enseñará juegos con las cuerdas y también trampas, ya que ha visto por la televisión de casa que le gustan mucho. Eso es lo que imagino que más o menos nos dirían, pero dudo que ellos quieran que se acabe el Juego. Si se acaba es porque hay un vencedor. Uno solo.

Me quedo tranquila, con la vista perdida en un punto y empiezo a pensar en silencio, relajada. No sé cuánto tiempo lleva Gale sin ver el sol, decido hacer algo que resulta arriesgado pero no creo que tenerle encerrado sea bueno para él. Primero retiro las ramas y salgo para comprobar que no hay nadie. Cuando veo que la zona está despejada dejo que Gale salga y que corra un poco cerca de la entrada, me coloco en una posición en la que pueda ver cualquier cosa que sucediese y tenso la cuerda de mi arco, preparada. Le explico que si le digo que corra debe volver a la cueva sin mirar atrás y pase lo que pase, pero como estamos al lado no me preocupa realmente que tarde, en cambio hay otras muchas cosas que me preocupan. Como entiende todo perfectamente me relajo por un segundo, le hago una seña con la cabeza y sujeto con más fuerza mi arco, sé que es la única oportunidad que tendría en una lucha. Veo que se queda parado entre unos matorrales y me acerco para ver qué ocurre.

Me señala unas bayas que recuerdo perfectamente de la máquina que se encontraba en la sala de entrenamientos. Una vez más mi hermano me sorprenda, comenzamos a recolectar unas pocas. Utiliza la camiseta para guardarlas porque no hemos traído la mochila. Las coge divertido y de vez en cuando le veo comiéndose alguna. Cuando lo hace le hago cosquillas y se ríe como cuando era más pequeño. Seguimos recogiendo bayas durante unos minutos. Cuando me quiero dar cuenta tiene la camiseta llena. Decido que lo mejor es acercarnos a la cueva y dejarlas. Al llegar Gale me pide entusiasmado que  volvamos a por más así que cogemos la otra mochila y salimos de nuevo, no sin antes comprobar que no hay tributos cerca. Le gusta recolectar bayas, y mientras lo hace sonríe. Me sorprende ver como algo tan simple puede hacer feliz a un niño. De vez en cuando dejo de vigilar y cojo unas pocas yo también. La parte de debajo de la mochila comienza a taparse y eso me hace pensar que las bayas no nos vendrán nada mal.
Vemos que Finnick se acerca con la mochila llena de ramas, respiro un tanto aliviada, le hago una señal para que nos vea, al principio se sorprende pero no tarda en comprender porque le he sacado de la cueva.

Aún así, lo mejor es volver dentro cuanto antes. Finnick se acerca hasta donde estamos nosotros y me mira, después le coge en brazos y yo cojo la mochila. Me la coloco en la espalda y tenso la cuerda del arco de nuevo, sujetando mi flecha por si alguien decidiese aparecer. Cuando llegamos a la entrada me relajo, quito las ramas y dejo que pasen primero. Después coloco todo como siempre y dejo el arco en su sitio.
Finnick saca las ramas y las coloca en el montón, el cual ha crecido notablemente. Agradezco que haya decidido salir. En la mochila no caben muchas pero desde luego tenemos para varios días, y eso es suficiente. Metemos en la mochila todas las bayas que recogimos anteriormente y las dejo a un lado para comerlas por la mañana.

Nos sentamos de nuevo los tres, algo distraídos. Parece que la tarde de hoy transcurre deprisa. Una parte de mi quiere salir a cazar algo para reservar mas provisiones, la otra me dice que no mas riesgos por hoy. Al final algo dentro de mi me pide a gritos que descanse así que mientras Finnick juega con Gale me tumbo un rato y dejo que el sueño me invada cerrando los ojos. Consigo dormirme con las risas de Finnick y Gale de fondo, y por una vez, no tengo horribles pesadillas en la que la sangre es el color que tiñe el cielo de la Arena.

Al despertarme veo que ellos tampoco han aguantado. Gale esta tumbado sobre Finnick que está apoyado en la pared de la cueva y le tiene abrazado. Ambos están dormidos, aunque tienen una sonrisa en el rostro. Tenían que estar agotados para quedarse dormidos así. Me asomo a la entrada y veo que ya ha anochecido. Últimamente está todo muy tranquilo y dudo que el Capitolio lo permita mucho tiempo. Me da miedo lo que puedan estar planeando, solo espero que la tranquilidad dure al menos un par de días más. Me acerco a ellos con cuidado y les intento despertar con delicadeza. Como veo que no funciona, cojo un botellín y hecho un poco de agua en mis dedos. Me acerco de nuevo y les salpico un poco a cada uno. Sobresaltados abren los ojos y mientras Gale se ríe, Finnick me mata con la mirada. Las gotas de agua caen por su cara bajando por su cuello. Se seca la cara y me mira juguetón pero antes de que diga nada, Gale grita que  tiene hambre y con un bostezo se levanta y sale corriendo a por unas ramas.

Es hora de que comamos algo, pienso. Enciendo el fuego con una cerilla, veo que la caja tiene cada vez menos, pero no recuerdo que hayamos gastado tantas. He estado tan pendiente de la comida que no me he fijado en que las cerillas también son importantes. Antes de apagar con la bota el fuego nos calentamos todos un rato. Cuando nuestras manos ya no están frías apago el fuego ya que es peligroso que alguien vea desde fuera la cueva alumbrada.

Finnick se acerca a las provisiones, se agacha y escoge algo. Veo que empieza a cocinar una de nuestras presas, no me fijo mucho porque realmente no me importa que comamos. Tan solo el hecho de poder comer algo es lo que me importa. Me siento con Gale mientras Finnick cocina y comienzo a cantar en bajo con él las canciones que mi madre le solía cantar. Gale recuerda algunos fragmentos y los canta conmigo sonriente, al final cuando acabamos me pide que le cuente un cuento como hacía mi padre cada noche así que no me queda más remedio que ponerme a recordar. Empiezo a contarle la historia que más me gustaba escuchar cuando era niña. Eso me recuerda a mi casa, a mis padres. Una punzada atraviesa mi pecho convirtiendo en dolor la nostalgia pero me centro en la historia que ahuyentaba de noche mis pesadillas. Supongo que hace que me olvide de todos los problemas, de todo mí alrededor porque cuando me quiero dar cuenta Finnick nos está diciendo que ya podemos comer. No sé cuánto tiempo habrá pasado. Gale no me deja ir hasta que no le cuento el final de la historia pero le digo que nos quedan muchas noches juntos y que otro día acabaré de contársela. Solo espero que sea verdad, que nos queden muchos días juntos.

***




Por cierto, ¿me ayudáis? Sería importante para mí. Votad a los juegos del hambre continúan en este blog