Seguidores

jueves, 8 de noviembre de 2012

Relato 35


Hola tributos!

Hoy os traigo el capitulo 35! ¿Sorprendidos? He publicado un día antes. Espero que os guste mucho y disfrutéis de la lectura.
Antes de nada quería deciros unas cosas… Cada día recibo al menos diez correos vuestros, muchas veces son más y lo digo en serio, veinte etc. Ya habéis mandado 794 comentarios en el blog,  no sabéis de verdad lo que es leer cada comentario para mí. En apenas cinco meses hemos conseguido todo esto. ¿Gracias a quien? A vosotros. Cuando empecé no pensé en que podría ocurrir esto, escribí una historia y empecé a publicarla. Ni siquiera pensaba que fuera buena. Los lectores habéis ido apareciendo poco a poco hasta el punto de ser los que somos hoy. Quiero daros las gracias a todos por hacer posible esto, sois unos lectores maravillosos.

Ahora volvamos al capítulo de hoy… a partir de hoy las cosas se ponen interesantes, estoy teniendo un problema en capítulos más adelantados para continuar porque no sé si me estoy alargando mucho o poco. ¿Queréis que esto vaya más deprisa o despacio? Me refiero a que la ‘historia’ sea más o menos larga. Dadme vuestra opinión.

Bueno, espero haber mejorado al redactar y escribir en las últimas semanas, y que os guste este capítulo. Creo que esta vez me he portado bien y lo he hecho bastante largo (el capitulo tiene 1414 palabras según word, que casualidad). 

Y eso es todo. Esperad impacientes el que viene, espero que merezca la pena la espera :)

Un saludo enorme mis lectores.
Andrea

------------------------------------------------------------------------------------------------

Cristina sonríe y guarda lo poco que queda en su mochila. Joel se pone de pie y se acerca hasta ella, coge la venda y viene. Yo le miro desafiante pero al final me convence. Joel comienza a subirme el pantalón, cuando esta por la rodilla decide vendar todo el gemelo que es donde básicamente se encuentra la herida. Tal vez sea más abajo pero él prefiere vendar toda la zona. Lo hace con cuidado, sus manos son rápidas y trabajan fácilmente. Parece que llevase haciéndolo toda la vida. Pinchazos aparecen de vez en cuando pero oculto mis muecas de dolor para que no se preocupen. Pasa la venda una y otra vez, no se acaba nunca. Yo no sé dónde mirar ya. Siento que debo romper este momento porque la tensión que siento es demasiada asique abro la boca sin decir nada inteligente.

-Cristina, ¿qué tiene la mochila de Evelyn?
-La verdad es que no lo he mirado –me mira y entiende lo que quiero. Acto seguido abre la mochila, empieza a sacar objetos y los nombra uno a uno, su sonrisa se agranda al sacar el primero- aquí hay un botellín y está lleno de agua, también hay un plástico, tiene carne, parece pavo o algo parecido, la verdad es que no había visto una carne tan rara hasta ahora, y las comidas del Capitolio no es que sean muy normales. Tiene una cuerda, es muy larga y hay un cuchillo, también tenía tres manzanas, podría haber sido otra fruta.
-Bueno, siempre que sea comida es bueno – Joel la mira y sonríe, se nota que han pasado malos momentos con la comida. En realidad el perdió a su compañera por salir a buscar algo para comer. No me quiero imaginar cómo debe sentirse. Acaba de vendarme y aprieta el vendaje con un nudo, me mira y sigue hablando- con esto bastará, en unos días se te habrá curado, recuerda que tienes que limpiarla y véndala cuando acabes, la venda hará que cure más rápido porque impedirá que se abra como te ha ocurrido antes.
-Muchas gracias Joel
-No ha sido nada. Pero no hagas tantos esfuerzos, según veo esa herida algo me dice que no has descansado desde que hemos entrado aquí. –me sonríe con confianza, yo asiento para darle a entender que se a lo que se refiere. Aún así seguiré haciendo esfuerzos, eso lo sé, en la Arena no hay descansos. Estiro un poco la pierna y me bajo el pantalón, el se sienta de nuevo- Cristina será mejor que no te quejes de lo que hay en la mochila, la mitad del contenido es comida y ya sabes que eso escasea por aquí.
-Cristina, déjame la cuerda- una idea me ha venido a la cabeza después del comentario de Joel, la comida escasea pero no si sabes cómo buscarla y ese es su problema, no saben cómo hacerlo- os quedaréis con todo lo que hay en la mochila
-No, tú mataste a Evelyn y debes quedarte con ella, ahora es tuya
-Tienes razón Joel, es mía y por eso os la regalo. Os vendrá bien –Cristina me pasa la cuerda atenta a mis movimientos- en la mochila hay algo de carne y fruta, eso os mantendrá con vida unos días pero tenéis que aprender a cazar. En la mochila también hay un cuchillo que os servirá para matar a vuestras presas. Joel, en los entrenamientos vi que lanzarlos no se te daba mal asique aprovéchalo para cuando veas un animal. Cristina se que a ti no se te dan muy bien las armas pero te voy a enseñar a hacer tres trampas básicas para que podáis cazar también de esta manera, con la cuerda aprenderás a hacerlas enseguida.

Ella me mira sonriente y noto el entusiasmo en su cara. Nos ponemos a hacerlas, paso a paso Cristina está atenta a cada movimiento. Para mi asombro aprende muy deprisa y su habilidad con los dedos facilita que ate los nudos necesarios. En unos quince minutos ya sabe más o menos hacer las tres trampas. Le digo que practique lo que nos queda de camino y guardamos todo en las mochilas. Es hora de ponerse en marcha de nuevo. Como dije, en la Arena no hay descanso. Joel saca uno de sus botellines lleno de agua y me lo ofrece, al final lo repartimos entre todos. La sensación del agua pasando por mi garganta es reconfortante, sentía sed desde hace mucho pero no quería que desperdiciaran el agua que les quedaba. Después me ofrece un puñado de bayas que recolectaron antes de encontrarse con Evelyn y las acepto porque sé que quieren agradecerme lo de sus vidas, lo de la mochila y aunque yo solo quiero que lo olviden se que se sienten mejor ayudándome de esta forma.

Como no estamos cansados, recorremos el camino con facilidad. Nuestras piernas no nos piden parar asique seguimos adelante aunque atentos a nuestro alrededor. El tramo más complicado quizás es la zona en la que hay que atravesar una parte muy frondosa del bosque. Si no tienes cuidado recibirás arañazos de parte de las ramas y si no miras al suelo puede que tropieces con una de las enormes raíces medio enterradas en el suelo. No tardamos mucho en atravesar la zona que nos quedaba y ya diviso el desnivel. Seguimos hablando durante el tramo que queda y cuando llegamos a este les hago una señal para que paren. Por sus caras creen que hay algún peligro pero no tardo en tranquilizarles. Tengo que llegar a la cueva sola y después volveré con ellos.

-Voy a ir a por una cosa, necesito que confiéis en mí, vaciad una de vuestras mochilas y dádmela.
-Pero Amy, ¿qué vas a hacer?
-Tienes que confiar en mi Cristina – necesito que confíen, no puedo explicarles ahora nada. Me muerdo el labio nerviosa. Creo que no lo harán pero in más, ella vacía su mochila y pasa sus cosas a las de Joel en la que hay espacio de sobra para ambas, no vacila ni un momento y me entrego la mochila de inmediato junto a las tres manzanas, un botellín y mi cuchillo. Al principio no lo entiendo pero acabo viendo cuáles son sus intenciones – no puedo aceptar esto Cristina
-Amy, has hecho ya mucho por nosotros, acéptalo –la voz de Joel se abre paso, tan segura y melodiosa como siempre- Yo estoy de acuerdo con Cristina, quédate eso, no podemos ofrecerte mucho más pero espero que te sirva de algo. Seguramente te venga bien un botellín para hermano, nosotros con dos tenemos de sobra, de verdad.
-Muchas gracias Joel, y a ti también Cristina – son unas personas tan increíbles que el no poder llevarlas conmigo hace que me sienta cada vez peor pero no puedo hacer más por ellos. Me convenzo a mí misma. Sé que no puedo decirles que me acompañen, solo hay un ganador, un vencedor, uno vuelve a casa y los demás mueren. Ese es el Juego. Si llegásemos a la final tendría que matarlos y no quiero que eso ocurra.  Miro al cielo y compruebo que ya es tarde– anochecerá en pocas horas y deberéis seguir vuestro camino asique será mejor que me de prisa. Tenéis que esperadme, no tardare mucho, esconderos entre aquellos arbustos. Por favor no me preguntéis nada, solo confiad en mí.

Veo como Joel asiente y coge a Cristina del brazo, ambos se alejan hasta los matorrales. Yo me giro y empiezo a bajar con cuidado el desnivel, llego abajo en seguida ya que se baja con facilidad. Aunque me resulta un poco molesta la herida gracias a la presión de la venda me duele menos. Cuando llego abajo intento mirar hacia arriba por si Joel y Cristina se han movido. Al comprobar que siguen a salvo continúo. Voy hasta donde los arbustos ocultan la cueva y los aparto como siempre. Respiro hondo y no tardo en entrar. Dentro me encuentro a Finnick y a Gale. Al verme con el arco y las dos mochilas y Finnick no sabe cómo reaccionar. Esta sentado mirándome, su cara muestra confusión, enfado, alivio… No dice nada, no hace nada, tan solo me mira, como si me estuviese castigando por algo que haya hecho. Es tardísimo, no pensé que me entretendría tanto cuando le mentí acerca de dónde iba. Voy a abrir la boca pero él se pone de pie y dice una única frase ya que no es capaz de decir más.