Hola tributos!
Hoy os traigo el capitulo
35! ¿Sorprendidos? He publicado un día
antes. Espero que os guste mucho y disfrutéis de la lectura.
Antes
de nada quería deciros unas cosas… Cada día recibo al menos diez correos vuestros, muchas veces son más y lo digo en
serio, veinte etc. Ya habéis mandado 794 comentarios en el blog, no sabéis de verdad
lo que es leer cada comentario para mí. En apenas cinco meses hemos conseguido
todo esto. ¿Gracias a quien? A vosotros. Cuando empecé no pensé en que podría ocurrir esto,
escribí una historia y empecé a publicarla. Ni siquiera pensaba que fuera
buena. Los lectores habéis ido apareciendo poco a poco hasta el punto de ser
los que somos hoy. Quiero daros las gracias a todos por hacer posible esto, sois unos lectores
maravillosos.
Ahora
volvamos al capítulo
de hoy… a partir de hoy las cosas se ponen
interesantes, estoy teniendo un problema en capítulos más adelantados para
continuar porque no sé si me estoy alargando mucho o poco. ¿Queréis que esto
vaya más deprisa o despacio? Me refiero a que la ‘historia’ sea más o menos
larga. Dadme vuestra opinión.
Bueno,
espero haber mejorado al redactar y escribir en las últimas semanas, y que os
guste este capítulo. Creo que esta vez me he portado bien y lo he hecho
bastante largo (el capitulo tiene 1414 palabras según word, que casualidad).
Y eso es todo. Esperad
impacientes el
que viene, espero que merezca la pena la espera :)
Un
saludo enorme mis lectores.
Andrea
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Cristina
sonríe y guarda lo poco que queda en su mochila. Joel se pone de pie y se
acerca hasta ella, coge la venda y viene. Yo le miro desafiante pero al final
me convence. Joel comienza a subirme el pantalón, cuando esta por la rodilla
decide vendar todo el gemelo que es donde básicamente se encuentra la herida.
Tal vez sea más abajo pero él prefiere vendar toda la zona. Lo hace con
cuidado, sus manos son rápidas y trabajan fácilmente. Parece que llevase
haciéndolo toda la vida. Pinchazos aparecen de vez en cuando pero oculto mis muecas
de dolor para que no se preocupen. Pasa la venda una y otra vez, no se acaba
nunca. Yo no sé dónde mirar ya. Siento que debo romper este momento porque la
tensión que siento es demasiada asique abro la boca sin decir nada inteligente.
-Cristina,
¿qué tiene la mochila de Evelyn?
-La
verdad es que no lo he mirado –me mira y entiende lo que quiero. Acto seguido
abre la mochila, empieza a sacar objetos y los nombra uno a uno, su sonrisa se
agranda al sacar el primero- aquí hay un botellín y está lleno de agua, también
hay un plástico, tiene carne, parece pavo o algo parecido, la verdad es que no
había visto una carne tan rara hasta ahora, y las comidas del Capitolio no es
que sean muy normales. Tiene una cuerda, es muy larga y hay un cuchillo,
también tenía tres manzanas, podría haber sido otra fruta.
-Bueno,
siempre que sea comida es bueno – Joel la mira y sonríe, se nota que han pasado
malos momentos con la comida. En realidad el perdió a su compañera por salir a
buscar algo para comer. No me quiero imaginar cómo debe sentirse. Acaba de
vendarme y aprieta el vendaje con un nudo, me mira y sigue hablando- con esto
bastará, en unos días se te habrá curado, recuerda que tienes que limpiarla y
véndala cuando acabes, la venda hará que cure más rápido porque impedirá que se
abra como te ha ocurrido antes.
-Muchas
gracias Joel
-No
ha sido nada. Pero no hagas tantos esfuerzos, según veo esa herida algo me dice
que no has descansado desde que hemos entrado aquí. –me sonríe con confianza,
yo asiento para darle a entender que se a lo que se refiere. Aún así seguiré
haciendo esfuerzos, eso lo sé, en la Arena no hay descansos. Estiro un poco la
pierna y me bajo el pantalón, el se sienta de nuevo- Cristina será mejor que no
te quejes de lo que hay en la mochila, la mitad del contenido es comida y ya
sabes que eso escasea por aquí.
-Cristina,
déjame la cuerda- una idea me ha venido a la cabeza después del comentario de
Joel, la comida escasea pero no si sabes cómo buscarla y ese es su problema, no
saben cómo hacerlo- os quedaréis con todo lo que hay en la mochila
-No,
tú mataste a Evelyn y debes quedarte con ella, ahora es tuya
-Tienes
razón Joel, es mía y por eso os la regalo. Os vendrá bien –Cristina me pasa la
cuerda atenta a mis movimientos- en la mochila hay algo de carne y fruta, eso
os mantendrá con vida unos días pero tenéis que aprender a cazar. En la mochila
también hay un cuchillo que os servirá para matar a vuestras presas. Joel, en
los entrenamientos vi que lanzarlos no se te daba mal asique aprovéchalo para
cuando veas un animal. Cristina se que a ti no se te dan muy bien las armas
pero te voy a enseñar a hacer tres trampas básicas para que podáis cazar
también de esta manera, con la cuerda aprenderás a hacerlas enseguida.
Ella
me mira sonriente y noto el entusiasmo en su cara. Nos ponemos a hacerlas, paso
a paso Cristina está atenta a cada movimiento. Para mi asombro aprende muy
deprisa y su habilidad con los dedos facilita que ate los nudos necesarios. En
unos quince minutos ya sabe más o menos hacer las tres trampas. Le digo que
practique lo que nos queda de camino y guardamos todo en las mochilas. Es hora
de ponerse en marcha de nuevo. Como dije, en la Arena no hay descanso. Joel
saca uno de sus botellines lleno de agua y me lo ofrece, al final lo repartimos
entre todos. La sensación del agua pasando por mi garganta es reconfortante,
sentía sed desde hace mucho pero no quería que desperdiciaran el agua que les
quedaba. Después me ofrece un puñado de bayas que recolectaron antes de
encontrarse con Evelyn y las acepto porque sé que quieren agradecerme lo de sus
vidas, lo de la mochila y aunque yo solo quiero que lo olviden se que se
sienten mejor ayudándome de esta forma.
Como
no estamos cansados, recorremos el camino con facilidad. Nuestras piernas no
nos piden parar asique seguimos adelante aunque atentos a nuestro alrededor. El
tramo más complicado quizás es la zona en la que hay que atravesar una parte
muy frondosa del bosque. Si no tienes cuidado recibirás arañazos de parte de
las ramas y si no miras al suelo puede que tropieces con una de las enormes
raíces medio enterradas en el suelo. No tardamos mucho en atravesar la zona que
nos quedaba y ya diviso el desnivel. Seguimos hablando durante el tramo que
queda y cuando llegamos a este les hago una señal para que paren. Por sus caras
creen que hay algún peligro pero no tardo en tranquilizarles. Tengo que llegar
a la cueva sola y después volveré con ellos.
-Voy
a ir a por una cosa, necesito que confiéis en mí, vaciad una de vuestras
mochilas y dádmela.
-Pero
Amy, ¿qué vas a hacer?
-Tienes
que confiar en mi Cristina – necesito que confíen, no puedo explicarles ahora
nada. Me muerdo el labio nerviosa. Creo que no lo harán pero in más, ella vacía
su mochila y pasa sus cosas a las de Joel en la que hay espacio de sobra para
ambas, no vacila ni un momento y me entrego la mochila de inmediato junto a las
tres manzanas, un botellín y mi cuchillo. Al principio no lo entiendo pero
acabo viendo cuáles son sus intenciones – no puedo aceptar esto Cristina
-Amy,
has hecho ya mucho por nosotros, acéptalo –la voz de Joel se abre paso, tan
segura y melodiosa como siempre- Yo estoy de acuerdo con Cristina, quédate eso,
no podemos ofrecerte mucho más pero espero que te sirva de algo. Seguramente te
venga bien un botellín para hermano, nosotros con dos tenemos de sobra, de
verdad.
-Muchas
gracias Joel, y a ti también Cristina – son unas personas tan increíbles que el
no poder llevarlas conmigo hace que me sienta cada vez peor pero no puedo hacer
más por ellos. Me convenzo a mí misma. Sé que no puedo decirles que me
acompañen, solo hay un ganador, un vencedor, uno vuelve a casa y los demás
mueren. Ese es el Juego. Si llegásemos a la final tendría que matarlos y no
quiero que eso ocurra. Miro al cielo y compruebo que ya es tarde–
anochecerá en pocas horas y deberéis seguir vuestro camino asique será mejor
que me de prisa. Tenéis que esperadme, no tardare mucho, esconderos entre
aquellos arbustos. Por favor no me preguntéis nada, solo confiad en mí.
Veo
como Joel asiente y coge a Cristina del brazo, ambos se alejan hasta los
matorrales. Yo me giro y empiezo a bajar con cuidado el desnivel, llego abajo
en seguida ya que se baja con facilidad. Aunque me resulta un poco molesta la
herida gracias a la presión de la venda me duele menos. Cuando llego abajo
intento mirar hacia arriba por si Joel y Cristina se han movido. Al comprobar
que siguen a salvo continúo. Voy hasta donde los arbustos ocultan la cueva y
los aparto como siempre. Respiro hondo y no tardo en entrar. Dentro me
encuentro a Finnick y a Gale. Al verme con el arco y las dos mochilas y Finnick
no sabe cómo reaccionar. Esta sentado mirándome, su cara muestra confusión,
enfado, alivio… No dice nada, no hace nada, tan solo me mira, como si me estuviese
castigando por algo que haya hecho. Es tardísimo, no pensé que me entretendría
tanto cuando le mentí acerca de dónde iba. Voy a abrir la boca pero él se pone
de pie y dice una única frase ya que no es capaz de decir más.