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martes, 17 de julio de 2012

Relato 9

Hola a todos!

Hoy os traigo el capitulo 9, quiero agradeceros los comentarios y siento teneros tan intrigados. Pensaba crear más intriga pero he alargado un poco más el capitulo para que no lo estéis tanto. Muchas gracias a los tributos por comentar ! Espero que os guste el capítulo.
Que la suerte este siempre de vuestra parte J
                                                     

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Se la pido a Gale y él se la quita de la espalda. La mochila es naranja, como de las que hablaba mi madre. En el interior encuentro varias cosas. Empiezo a sacarlas una a una, y las examino, un botellín sin agua, una cuerda, un saco para dormir, y un cuchillo que debió meter Finnick. Teniendo en cuenta que cuando salí de la Arena no tenía nada para mí esto es más que un triunfo. La mayoría de las cosas son las que utilizó mi madre para sobrevivir, pienso en subir a un árbol como hizo ella pero me parece más seguro seguir caminando de momento y buscar algún refugio en tierra. Gale está agotado y ha dejado de hacer preguntas y para ser sincera lo prefiero ya que no se qué contestarle.
Me levanto y cojo a Gale en brazos. Me pongo la mochila a la espalda para que él no tenga que cargar con ella. Miro un poco a lo lejos y solo veo bosque. Me pregunto si al final habrá algo que me sirva para salir de aquí. No oigo ruidos y no veo tributos alrededor asique debemos habernos alejado de la playa bastante. Seguramente los tributos mas fuertes ya se hayan aliado y tendrán la cornucopia bajo su poder. Estarán bien situados, es un buen refugio y si quieres llegar hasta allí necesitas atravesar el agua, es decir, lo más probable es que te viesen antes de que consiguieses llegar al otro lado. Tendrán armas, comida y agua para refrescarse, lo único que les queda es algo para beber. Ellos sí que tienen más oportunidades pero aun así no puedo quejarme, Gale sigue vivo. Seguimos caminando cuando resbalo con el pie derecho. Un dolor punzante y pierdo el equilibrio. Caemos por un desnivel lleno de matorrales. Gale se suelta al instante. La caída se me hace eterna, recibo golpes en los brazos, piernas y tengo un dolor intenso en el costado por el golpe de una roca. Permanezco unos minutos en el suelo. Me llevo la mano derecha al costado y nada más rozarlo siento un dolor terrible. Parece que me ha pasado por encima uno de los trenes del Capitolio. Un poco magullada intento levantarme, primero apoyo  una mano, después la otra. Apoyo el talón que no me duele y con el otro hago un pequeño esfuerzo. Como me cuesta decido levantarme apoyando primero la rodilla.  Me quito el barro de la herida que me había hecho Colin, recojo la mochila y me pongo a buscar a Gale. No puedo evitar pensar en la caída, levanto un poco la vista, es un desnivel enorme. Miro entre los árboles y los matorrales, repito su nombre varias veces en bajo por miedo a que nos descubran. Nerviosa miro a cualquier lado, intento escuchar el mas mínimo sonido que me diga dónde encontrarlo, pero no veo ni oigo nada. Empiezo a preocuparme porque no lo encuentro y aún sabiendo que si grito podrían descubrirnos, tras escuchar un cañonazo grito su nombre. Un Gale que habrá puesto los pelos de punta a cualquiera que estuviese viendo los Juegos, un Gale que implica desesperación, miedo… Seguro que todas las cámaras me están enfocando en este momento. Grito una vez más, este Gale no es como el de antes, este es una súplica. Un grito que se apaga al igual que la esperanza de encontrar a mi hermano. Espero, nadie contesta, sigo esperando. Grito una vez más desesperada, tengo ganas de llorar, no he podido fallar, no tan pronto. Miro por todos lados y no encuentro a nadie. Me llevo las manos a la cabeza pero entonces oigo una voz, es Gale, pero parece lejana. Le grito que salga, que no pasa nada, que está a salvo y tras un poco de espera, veo una cabeza que se asoma con miedo desde unos matorrales. Voy hacia allí corriendo, siento como la alegría recorre mis venas, miro los  matorrales y cuando los aparto me doy cuenta de que hay muchos más detrás, me adentro un poco entre estos y cuando aparto unas ramas veo una cueva. Todavía no me lo creo, abro los ojos y mi corazón late con fuerza, me agacho para entrar porque si no es a gatas no paso. Gale entra con mucha más facilidad. En mi interior siento que una llama crece en mi, que mi corazón ahora es más fuerte, no sé explicar esta sensación pero creo que muchos la denominarían esperanza. Esa llama empieza a recorrer mi cuerpo y una sonrisa se dibuja en mi rostro. Por dentro la cueva era mucho más alta, me pone de pie y aún así no llegaba hasta arriba. Era lo suficientemente oscura para que no se nos viese y desde que sonó la señal es la primera vez me alegro. Coloco las ramas delante de los matorrales para que la cueva no se vea, cuesta ver el exterior pero en este caso es una buena señal. Primero salgo con cuidado para comprobar que es imposible de localizar y cuando estoy segura vuelvo a entrar. Oigo la voz de Gale que me dice que no le gusta este juego, yo le sonrió y le prometo que pronto estará en casa. Coloco el saco de dormir al fondo de la cueva, a la izquierda se extiende un poco y desde allí ni siquiera se ve la entrada por lo que muevo el saco hasta allí. Como supongo que está cansado acuesto con cuidado a Gale y cierro el saco para que no pase frio ya que en la cueva la temperatura es algo diferente a la exterior. Ahora está a salvo, necesito encontrar comida y agua si queremos sobrevivir. Pienso en las horas antes de entrar en el tubo, parecen tan lejanas y ha ocurrido en el mismo día, mi estrategia era esta y no sé cómo pero está saliendo bien. Vengo de una familia de vencedores, su sangre corre por mis venas, eso tendría que animarme aunque en este caso todos los tributos tienen la misma ventaja que yo, seguramente todos cuenten con estrategias que usaron sus padres para ganar. Al principio dudo en dejarle solo pero al final me decido y salgo en busca de cualquier cosa. Mi plan para la cuerda era dejársela a Gale para que jugase pero prefiero utilizarla para hacer una trampa. Recuerdo a Gale, el amigo de mi madre, comienzo a hacer la trampa tal y como él me enseño. No sé si me estará viendo en alguna pantalla pero por si acaso dejo caer en el aire un gracias, con la esperanza de que lo oiga y no sea una simple palabra que se lleve el viento. Cuando ya está hecha la dejo entre unos matorrales y voy a buscar algunas bayas que se que si pueden comerse, decido que tengo suficientes así que echo a la mochila las que me quedan en la mano y voy a buscar la trampa. Ya han pasado varias horas desde que la puse.