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martes, 21 de agosto de 2012

Relato 21


Hola a tributos!

Hoy os traigo el capitulo 21!  Como dije en el capitulo anterior las cosas comienzan a ponerse interesantes. Este capítulo es un poco más corto que los demás pero no mucho. Tal vez todo cambie ahora, a lo mejor ocurre algo que llevamos esperando mucho tiempo. Las piezas están colocadas, el juego ha comenzado, es hora de moverlas y decidir cuál es el destino de alguno de nuestros tributos. Nos imaginamos la situación, la gente del Capitolio vitoreando, Clover comentando cada segundo del Juego, comentarios sarcásticos, posiciones peligrosas, tributos que pelean o muertes… él sabe todo lo que pasa y lo cuenta sin dudar un segundo. Todo Panmen atento a los televisores y el verdadero Capitolio estará intentando encontrar a los tributos. Pero, ¿qué ocurre en la Arena? Solo una persona puede contárnoslo, ella lo está viviendo, su mayor pesadilla se hizo realidad.


P.D: Tengo que actualizar las páginas de Capitulos y muertes de los tributos, en cuanto pueda no dudare en hacerlo J


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Mis manos empiezan a sudar y me pongo nerviosa, mis ojos se abren y mis oídos permanecen atentos a cualquier sonido. Un movimiento en falso podría ser mi perdición. Sigo hacia delante sin perder de vista cualquier punto del bosque, me estoy acercando a donde deje las trampas asique no hay problema. Veo una sombra  y no me lo pienso dos veces antes de salir corriendo, mi respiración aumenta al igual me que mis latidos, siento que me agito por dentro y que empiezo a sudar de nuevo. Un sudor frio recorre mi frente. Corro, correr es la única idea que tengo en mente. Y entonces ocurre algo inesperado. Descubro una nueva hora del reloj.

Estoy cerca de la cueva, a unos quince minutos, tardare menos si corro más pero mis piernas van tan rápido como pueden. Tengo el chaleco quitado y lo uso para taparme la cara. Tengo que salir de esa zona cuanto antes porque una hora encerrada aquí significa la muerte segura. Lo que me persigue no tiene patas, ni garras, ni colmillos, tampoco tiene picos que desgarren mi carne. El Capitolio decidió dejar algo de la antigua Arena, y eligió uno de los peores horrores que había en el reloj. Una niebla estaba por detrás de mí y yo corría para que no me alcanzase. Sé que el reloj va por zonas, solo tengo que aguantar un poco más para salir de esta, una vez que salga la niebla no puede alcanzarme. Miro alrededor de mí, nada me sirve, vegetación, arbustos, árboles… nada que me ayude a escapar. Miro mis opciones, no puedo subirme a un árbol, sé que no serviría, pararme significa morir asique lo único que puedo hacer es correr. Cada segundo que pasa me siento más débil, tropiezo con raíces que hay en el suelo porque voy tan deprisa que cuando las veo es demasiado tarde para reaccionar. Las ramas más bajas de los árboles arañan mi piel pero no me paro aunque cada golpe frena un poco mi paso. Sigo corriendo y noto como la niebla cada vez está más cerca, pero yo también estoy más cerca de la siguiente zona. Calculo que serán entre las cuatro y las cinco de la tarde según la posición del sol, ya sé a qué hora no debo salir detrás de la cueva. Ya queda menos, me repito lo mismo una y otra vez para darme esperanzas. Cuando ya veo la zona que no tiene niebla tropiezo con algo. Me intento levantar lo más rápido que puedo pero descubro que esta vez no es que haya tropezado. Siento un dolor en la pierna intenso. Miro debajo de mí. Alguien me ha agarrado el tobillo. Tiro una y otra vez intentando soltarme, noto como la niebla me alcanza y sé que si estoy mucho rato en esta comenzaré con las compulsiones y acabaré muerta. Lo siento mucho por el tributo que me está agarrando pero casi no tengo fuerzas para salvarme yo, si intento ayudarle voy a una muerte segura. Le golpeo la mano con el mango del cuchillo y me suelto. Tiempo atrás alguna lágrima habría asomado por mis ojos pero después de cuatro días en la Arena las cosas cambian, aún así yo no he cambiado tanto y mis ojos se humedecen un poco y un lo siento quiere salir de mi boca. No hay tiempo, me suelto por completo, tal vez nunca habría hecho esto pero por mucho que quiera ayudarle no puedo hacerlo. Me alejo, mis piernas comienzan a fallar por culpa de la niebla pero finalmente y tras un esfuerzo me tiro a la zona donde estoy a salvo. Oigo un cañonazo y veo el aerodeslizador a lo lejos. Tengo que alejarme asique a rastras me dirijo hacia los matorrales con el fin de que nadie me encuentre. Ya no soy dueña de mi cuerpo. Apoyo la cabeza en un árbol y dejo caer mis manos, estoy escondida y permaneceré ahí un rato, hasta que controle de nuevo mi cuerpo. Cierro los ojos y lo último que veo es a Taylor, la chica del 6 que agarraba mi pierna antes de que la abandonase para que muriese.