¡Sorpresa!
¡Hoy os traigo
el capítulo 50!
No pensaba
publicarlo, ayer no me dio tiempo pero hoy lo he escribo así qué aquí lo
tenéis, impresionante teniendo en cuenta que a penas he podido estar con el
portátil.
CINCUENTA
CAPÍTULOS, a ver, ¿quién lo diría? Por favor, ni lo imaginé por un segundo.
CINCUENTA :O
Como os dije
aquí empezarán a cambiar las cosas. El 51 os sorprenderá muchísimo, no sé si a
bien o a mal pero pff… es toda una bomba. Empieza lo fuerte, no tengo escrito
mucho pero ahora empieza lo de verdad. Espero que tengáis ganas porque al
partir del 50, la tensión aumenta, las sorpresas vienen y tendréis que aprender
a respirar hondo, porque lo necesitaréis.
Disfrutad de
este capítulo que es un poco más largo, espero sinceramente que os guste y en
fin, no es un capítulo woooow, pero porque reservo todo para lo que viene
después… y no digo más. ¡Disfrutad de la lectura!
P.D: nominado LJDH continúan a tres categorías, pasaros por http://veranonumero16.blogspot.com.es/ y votad en las encuestas por el blog, GRACIAS.
P.D: nominado LJDH continúan a tres categorías, pasaros por http://veranonumero16.blogspot.com.es/ y votad en las encuestas por el blog, GRACIAS.
***
Salimos a cazar, bueno en realidad yo salgo a cazar. Finnick me acompaña porque dice que no quiere que vaya sola. Yo prefería que se quedase con Gale pero al final me ha convencido y creo que tiene razón, acabaremos antes si hacemos el trabajo los dos.
Cogemos
nuestras armas, Finn sus cuchillos y yo mi arco. Cargamos nuestras mochilas
vacías a la espalda y un botellín por si nos entra sed. Los otros dos se los
hemos dejado a Gale por si tardamos más de lo previsto, cosa que esperamos que
no ocurra.
Estas
mochilas que llevamos deben volver llenas, o por lo menos con algo si queremos
seguir sobreviviendo. De momento la caza no ha supuesto ningún problema.
Verdaderamente hemos tenido muy pocos para estar en la Arena, tal vez el
Capitolio piense que es hora de que nuestra suerte cambie. Quizás sea el último
día que vea el sol.
Me
despido de mi hermanito y salgo por la cueva al igual que Finnick. Nos
encargamos de tapar la entrada para que no se vea la cueva y cuando está lista
nos ponemos en marcha. Esta vez he revisado varias veces más la entrada, algo
dentro de mi está inquieto.
Dado
el peligro de la niebla decidimos no subir el desnivel y caminar hacia nuestra
izquierda. Todavía no hemos investigado esa zona pero al ser bosque seguramente
haya algún animal. Mientras nos alejamos Finnick recoge algunas ramas y las
introduce en la mochila para poder hacer fuego más tarde. Caminamos seguros de
nuestros pasos vigilando nuestro alrededor. No sabemos cuántos tributos puede
haber en esta zona y tampoco conocemos los peligros que esconde. A veces me
paro para mirar el terreno. La humedad de la tierra o el tipo de plantas puede
ayudarme a descubrir que animales hay, aunque teniendo en cuenta que el
Capitolio puede crear lo que desee, tenemos un problema. Sigo caminando, siento
tirantez en mi pierna, molestia tal vez. Me sorprende lo acostumbrada que estoy
al dolor, ni siquiera lo noto casi, cuando semanas atrás quizás me quedase en
casa tumbada hasta que se pasara el dolor. De repente Finnick se para y me
pregunta algo que hace que se me parase el corazón.
-¿Era
mentira verdad? El beso de esta mañana. –Puedo notar como su voz está teñida de
esperanza pero también de una tristeza que se apodera de esta. Baja la mirada
entristecido, con melancolía y su voz se convierte en un claro ejemplo de
dolor, un dolor que soy capaz de sentir cuando sus palabras me apuñalan una a
una- era todo mentira.
-¿Por
qué dices eso?
-Porque
se te notaba que te pasaba algo, además no fue un beso como el de anoche.
¡Dios! ¿Quieres estar conmigo o no Amy? –el silencio invade el bosque, eso hace
que compruebe los sonidos del bosque y que los aprecie a la perfección, no hay
peligro alguno dice mi subconsciente. Comprendo porque me dice eso, porque
quiere alejarse, alejarse de esta situación, de esa pregunta, quiere evitar una
respuesta. Teme que el miedo hable por mí. - ¡Responde Amy!
-No
– A penas me doy cuenta de lo que he dicho hasta que pasan unos segundos, y no
lo comprendo, no entiendo mi respuesta. Mi corazón pierde el ritmo, es mi
cabeza la que habla, no soy yo – no quiero estar contigo Finnick. No tenemos
futuro. ¿Por qué no lo admites ya?, vamos a morir aquí. Nadie va a venir a
rescatarnos, nadie nos salvara, tan solo podemos intentar mantenernos con vida
el mayor tiempo posible. Finnick, no dudaré ni un momento en llevar a mi
hermano a casa, así que no, no quiero nada contigo ahora si no voy a poder
conservarlo en un futuro. Solo uno sale con vida Finnick, me da igual tener que
matar si eso hace que mi hermano vuelva con mis padres. Entiéndelo, por favor.
Esto… esto no está bien.
Trago
saliva, no tengo palabras que describan como de rota me siento. Le miro, pero
él evita mi mirada. No dice nada, se queda un rato mirando hacia su derecha. Se
lleva una mano a la cabeza y mira hacia arriba. Al final se abre paso y sigue
el camino, sin una palabra, sin una mirada, como si no existiese.
De
vez en cuando se agacha a por palos y los mete en la mochila. Camina lentamente
atento al bosque, sin mirarme a la cara. Sin más se para, no me
habla, tan solo señala a unos arbustos. Duele ver que no quiera hablarme pero
lo que le he dicho es la verdad y tiene que asumirlo. Tal vez sea hora de que
yo lo asuma también. Saco una flecha y la pongo en el arco. Disparo
en seguida y me acerco a recoger la presa. No le ha dado en el ojo, le ha
atravesado por el corazón.
No
sé qué me pasa, no sé si es dolor o ira pero ni siquiera cazando estoy a gusto.
Me he sentido bien al disparar, al matar… No sé que me ocurre. La presa es un
pavo, es grande por lo que nos valdrá para unos días. Sin duda la caza está
siendo buena, a pesar de todo. Creo que no deberíamos entretenernos. Saldremos
mañana, lo que quiero es volver al refugio con Gale.
De
repente Finnick avanza hasta donde estoy y saca el cuchillo. Asustada le miro,
él lo lanza sin dudar ni un segundo. Se clava en un conejo que iba corriendo.
Giro mi cabeza y lo veo. Respiro aliviada. ¿Cómo he podido pensar que Finnick
pudiese hacerme daño? Creo que la Arena me está volviendo loca. Creo que yo
misma me estoy volviendo loca. Veo como él coge la presa y le saca el cuchillo.
-Con
esto bastará Finnick, deberíamos volver. No es bueno estar tanto tiempo fuera.
Él
no dice nada. Creo que mi voz ha sido incluso algo fría, pero también teñida de
esperanza, esperanza de que me responda. Me da el conejo para que lo meta en la
mochila y continúa el camino. Quiero que me hable, no puedo creer lo que duele
no escuchar su voz. Sé que está enfadado y lo entiendo, pero el dolor que
siento es incomparable a cualquier cosa que haya sentido antes.
Me
acerco un poco a él y no recibo ninguna queja suya. Poco a poco estamos más
cerca, el no se retira pero tampoco es capaz de mirarme. Tal solo sigue
caminando. Está tan dolido que verle así hace que piense en cosas que no
debería, en cosas que me vuelven débil. Coloco mi arco en la espalda junto a la
mochila. Si él va delante podrá avisarme si sucede algo y entonces lo sacaré.
Le miro continuamente distrayéndome de los alrededores. Intento centrarme,
debería vigilar que ningún tributo viniese, no mirando esos ojos de mar. Esos
que consiguen llevarme a otro sitio, alejarme de esto. Al final, no sé si es
por temor a que pueda pasar algo o por necesidad acabo cogiéndole la mano. Temo
que la rechaza pero para mí bien, él no la retira.
Pienso
en que ocurrirá cuando todos los tributos mueran, si quedamos al final solo
nosotros tres. Lo que está claro es que Finnick y yo tendríamos que morir. No
sería capaz de matarle, podríamos coger un puñado de bayas tal y como hicieron
mis padres tiempo atrás. Pero si desafiamos de esa manera al Capitolio tal vez
sea mi hermano el que sufra las consecuencias de mis actos. Necesitaré ideas.
Despejo mi mente y vuelvo a la realidad, que no es mucho mejor que mis
pensamientos.
Estamos
los dos juntos, volviendo a nuestro refugio, el único lugar seguro para ambos.
Vamos de la mano, el delante y yo detrás, pegados. Tengo una mano en su cintura
y la otra me la agarra con fuerza. Hemos discutido antes por una razón que él
no llega a entender, creo que estoy empezando a enamorarme y no puedo
permitirlo. No es algo que controle, es algo que siento, aún así no puedo dejar
que lo sepa, no después de lo que le he dicho. Tengo razón, esto está mal, lo
único que conseguiría sería distraerme y no puedo permitirlo, mi hermano debe
volver a casa. La razón por la que evito estar junto a él es muy simple, es
algo imposible, lo nuestro no tiene futuro. Nosotros no tenemos futuro. Cuanto
antes lo acepte, mejor.
Él
aparta las hojas y cualquier cosa que hay en mitad del camino, de repente se
para y suspira. Mira hacia un lado y se queda parado, con la mirada fija en
unas rocas que dejan ver una grieta lo suficientemente grande para que estén
escondidos unos tributos. Empieza a correr en esa dirección sin soltar mi mano,
le grito que pare, le pido explicaciones, le pregunto que le ocurre pero
ninguna de las palabras que salen de mi parece que le lleguen. Golpeo su
espalda sin reacción ninguna de su parte. Vamos directos a un lugar donde
podría haber tributos escondidos, y si los hay, está claro que es una muerte
segura. Ninguno está en condiciones de enfrentarse a nadie. Intento frenar su
paso, mi mano golpea su espalda una y otra vez dejando libre su cintura. No sé
que mas hacer, tal vez haya visto a alguien que nos perseguía e intenta que nos
escondamos, Finnick no pondría nuestras vidas en juego por nada, así que decido
confiar en él. Me dejo llevar, agarrada de su mano, él me guía con un único
destino. No tardamos en llegar y cuando lo hacemos se mete corriendo por la
grieta y dentro hay una especie de cueva pequeña, apenas hay hueco pero si el
suficiente para tres tributos, dos quizás. Podría ser un refugio, no veo rastro
de comida ni nada que nos dé una pista de si alguien ha pasado antes por allí.
Intento
meterme en la mente de Finnick y descubrir que pretendía llegando hasta aquí.
Sin más su mano y la mía se sueltan, va hacia una pared y pega un puñetazo.
Cuando se apoya en la pared deja al descubierto una mano que ha empezado a
sangrar. <<No por favor, no te hagas daño>>, pienso. Preocupada me
dirijo hacia él sin entender nada de lo que ocurre. Finnick se encuentra de
pie, con la cabeza en la pared rocosa y la mano ensangrentada. La sangre se
resbala despacio, haciendo que pequeñas gotas vayan cayendo una y otra vez al
suelo. Yo estoy a su lado, esperando que me diga que ocurre. Mis pies se mueven
sin pensarlo y en pocos pasos me encuentro en frente de él. Esta situación hace
que un cosquilleo invada mi cuerpo, un cosquilleo que se lo que significa.
Cuando le miro, un silencio invade mi mundo. Suspiro, bajo la mirada intentando
controlar las lágrimas que quieren caer. No pienso en mis padres, ni en mi
hermano, ni en Finnick, solo pienso en mi misma, en superar lo que siento. Noto
como una mano roza mi cara en forma de caricia y desciende hasta mi barbilla,
levantándola. Me invade la esperanza y me deja sin aliento. Los latidos de mi
corazón aumentan. Mi mirada y la de Finnick se encuentran, sus ojos de mar
desvelan muchos sentimientos pero a penas puedo observarlos, cuando me quiero
dar cuenta mis ojos se han cerrado, al igual que los de él. Su mano ha acercado
mi cara a la suya y mis labios se encuentran con los suyos. Encajan a la
perfección, como si estuviésemos hechos el uno para el otro. Como si de verdad
pudiese haber futuro. Mi mano se apoya sobre su hombro y la suya agarra mi
cintura acercándome a él cada vez más. En este momento no controlo mi mente,
noto a Finnick tan cerca, sus labios y los míos, su cuerpo. Mi llama nunca
había ardido tan intensamente.
Ese
beso tiene todo lo que no me he atrevido a decirle. Pero no solo eso, tiene
esperanza, sueños… Algo que jamás podremos cumplir. Nunca pensé que querer a
alguien pudiese doler tanto. Este beso está lleno de dolor, de despedidas pero
a la vez una llama de esperanza, de amor, lo aviva convirtiéndolo en algo
especial.
-Nunca,
nunca más volveré a dejar que te pongas en peligro Amy, y ahora, si quieres,
puedes odiarme.
Creo
que por primera vez desde que estoy con él soy yo la que al separarnos vuelve.
Pero esta vez de verdad. No como el beso de esta mañana. Este está lleno de
sentimiento. Al principio le sorprendo. Creo que Finn pensaba que me alejaría
de él, después de lo que le he dicho no me sorprende para nada. Lo único que
interrumpe nuestro beso es la necesidad de parte de ambos de respirar. El
sonríe y creo que yo hago lo mismo. Pero esa frase sigue en mi cabeza ‘no
tenemos futuro’
-Tengo
miedo
-¿De
qué Amy?
-De
enamorarme de ti, Finnick.
Simplemente
recibo un abrazo como respuesta. Una mano acaricia con fuerza mi pelo mientras
la otra aprieta mi espalda. Me da un suave beso en la frente, apoya
la suya en la mia y susurra una frase que tiene más suplica que esperanza.
‘Saldremos de esta. Juntos Amy’