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sábado, 28 de julio de 2012

Relato 17

Hola a tributos!
Hoy os traigo el capitulo 17! Casi no me da tiempo a publicar así que no he podido repasar el capítulo por si tiene fallos o para alargarlo un poco por lo que no hay mucha descripción, lo siento. Voy con mucha prisa asique solo os diré un par de cosas, la primera que me ausento el fin de semana pero que cuando vuelva, el domingo publicare de noche. La segunda que estoy cambiando el diseño del blog, la cabecera es un pequeño borrador en el que podéis encontrar a Gale, Amy y sus padres. El fondo está por ver. Tercero daros las gracias como siempre por leer, siento que esta vez el capitulo sea tan corto.  Siento no poder escribir mas, solo espero que os guste el capitulo, hasta luego tributos.

Y que la suerte este siempre, siempre de vuestra parte !

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Está en el suelo con el cuerpo desgarrado. Lo primero que me viene a la cabeza es la bestia pero ya ha pasado la hora. Me fijo mejor en las heridas y no son de garras, son picotazos. Tiene todo el cuerpo ensangrentado como si los pájaros le hubiesen atacado de repente y se lo hubiesen intentado comer. Pero eso no es lo peor, lo peor es que todavía respira, todavía está vivo. Me agacho para ver si puedo hacer algo pero su cuerpo está sangrando y totalmente destrozado, ni siquiera sé como sigue vivo. Le subo un poco la cabeza y la apoyo en una raíz que sale del suelo para que respire mejor. Intento ayudarle, aprieto las heridas para que no sangren pero su carne está rota, desgarrada, hay trozos que faltan… No sé qué hacer, y el tampoco tiene fuerzas para nada. Me fijo en él y veo que intenta mover la boca pero le cuesta, su cara está destrozada, aun así se le reconoce. Leo sus labios y mis ojos se abren cuando acaba de decirme lo que quería. Una sola palabra, una súplica. “Mátame” No quiero, no puedo, no puedo matarle sin más. Pero está sufriendo tanto, se está muriendo poco a poco. Una lágrima cae por mi mejilla y la borro en seguida, si yo estuviese en su lugar desearía que alguien apareciese con un cuchillo y me matase. Corro hasta donde está el pavo y cojo mi cuchillo, me lo pienso una vez más antes de hacerlo porque una vez que lo decida no habrá marcha atrás. Cuando vuelvo a donde está Gina me agacho como estaba antes, soy capaz de leer un ‘Gracias’ de sus labios y lo único que puedo hacer es asentir. Tras un lo siento que va dirigido tanto a Gina como a sus padres o incluso hacia mí misma, le hago un corte limpio en el cuello. Un corte con el que no te da tiempo a sufrir ni a notar nada, el corte que se utiliza para matar a las presas de caza para que no lo pasen mal. Limpio el cuchillo con las hojas que hay en el suelo. Me acerco al joven y le cierro los ojos. Al principio dudo en coger la mochila que lleva pero tal vez me venga bien, de todas formas si yo hubiese muerto como él me gustaría que alguien recogiese lo mío y eso le ayudase para sobrevivir. Le digo una vez más que lo siento, cojo la mochila y voy hasta donde deje la mía al lado del pavo.  Estoy dada la vuelta cuando suena el cañonazo. Diez, pienso. Solo quedan diecisiete.
Como ya no me hace falta ir hasta la orilla porque estoy segura de que la bestia ha desaparecido decido alejarme lo más posible de ese lugar, no sé que le paso a Gina pero no quiero que me ocurra a mí también. El aerodeslizador bajará a por el cuerpo asique será mejor que me ponga en marcha. Camino durante varias horas sin ningún encontronazo, nada de tributos ni de mutos lo que en realidad me relaja. Supongo que será por la tarde, miro al cielo para comprobarlo pero el sol todavía no ha empezado a esconderse asique no es muy tarde. Mientras camino pienso en el reloj. Una hora se que pertenece a la lluvia, otra al muto o bestia y otra a los pájaros o lo que sea eso. Solo he descubierto tres horas, son doce. De las tres solo me gusta una, espero que las demás sean mejores. Aunque si no descubro mas tampoco me importa mucho.
Sigo caminando entre el bosque, voy en línea recta asique sé que no voy a llegar al final de la Arena. Pienso en como escaparon todos en el antiguo reloj. Rompiendo el campo de fuerza. Eso es, tengo que conseguir hacer lo mismo, pero esta vez no hay rayos asique tengo que ver como lo hago. Primero lo primero, necesito llegar a la cueva y comprobar cómo están los chicos. Mientras camino me acuerdo de la mochila de Gina, paro un rato a la sombra y me subo a un árbol para mayor seguridad. Cuando voy a hacerlo me miro las manos. Si que tengo que ir a la orilla, se me había olvidado por completo el barro. Ahora por lo menos estoy más cerca de la cueva asique el viaje de vuelta será más corto. Giro hacia la derecha para llegar a la playa, pienso en lo que me encontraré allí ya que seguramente esté alguno de los tributos más fuertes. Voy con cuidado examinando la zona. En una hora he avanzado más de lo normal y estoy casi en la orilla, me escondo tras unos matorrales. El calor de la Arena me está dando una sed que se que no puede ser saciada. Levanto la vista y compruebo la zona, veo una sombra que sale de la cornucopia, pero allí hay más de un tributo. Con cuidado me dirijo más a la izquierda para que no me vean. Cuando estoy en frente de una de las paredes de la cornucopia, lejos de la entrada, me dirijo a la playa. Antes de nada escondo mis provisiones por si acaso. Con cuidado y mi cuchillo en la mano voy sigilosamente, triunfante porque nadie me ha visto me baño en la playa. Me hundo en el agua de la playa que reconforta mi piel y quita el barro. Siento frescor en el cuerpo y con el calor que hace es una buena señal. Cuando me lavo decido salir de allí lo más rápido posible pero entonces oigo una voz. Mi cabeza se gira instantáneamente hacia la cornucopia.